viernes, 6 de octubre de 2017

TODO ES MENTIRA

Capitulo 1
Aparcó el Renault junto al arcén a unos cien metros y
apagó las luces cuando vio frenar el todo-terreno y
encarar la nave de la izquierda.
Desde dentro, alguien abrió el portón, que se dobló
en dos hacia arriba y luego volvió a cerrarse
rápidamente tras el vehículo.
Luis tiró fotos.
Apuntó la dirección: calle de Italia. Polígono
Industrial “La Estación”.
Dudó sobre lo que hacer a continuación y decidió
quedarse donde estaba. Esperar acontecimientos. Ya
miraría luego el número de la nave.
Hacía frío en ese polígono. Un frío de cojones.
Pronto empezaría a anochecer. Miró alrededor y no vio
a nadie. No conocía la zona, pero el GPS le indicaba
que estaba en las afueras de Griñón, a unos 45
kilómetros de Madrid.
Un perro de color negro, un pitbull o una de esas
razas "asesinas" le miraba inmóvil desde la nave de
la derecha, a unos diez metros, atado a una cadena.
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Sentado sobre los cuartos traseros. Le salía de la
boca un kilómetro de lengua rosada.
Se inclinó sin dejar de mirarlo y tocó la porra
metálica que siempre llevaba debajo del asiento.
Volvió a mirar en diagonal a la nave delante de él.
No veía luz ni movimiento algunos. Recapituló los
datos del servicio.
Había seguido el coche desde el centro de Madrid. Un
Wolsvagen Tuareg nuevo de color blanco, matrícula
1201-GHJ. No tenía ni un mes.
Iban dos tíos.
El guaperas que comió con la mujer, en el asiento del
copiloto: unos cincuenta y cinco años, traje oscuro y
camisa blanca sin corbata. Zapatos negros
relucientes. Reloj de oro de cuatro mil quilates y
otras pulseritas caras. Pelo largo pero bien cortado
y engominado. Un donjuan.
El conductor: treinta y muchos, vaqueros caros,
cazadora de cuero y debajo, camiseta negra de Armani.
Cuello de toro. Mucho gimnasio. Un pequeño diamante
en la oreja izquierda. Pudo ver el final de los
tatuajes en el cuello.
Se imaginó el resto: pedazo de tatuaje en la espalda
y brazos con cruces y caras de vírgenes.
Parecían rusos. Rusos, lituanos o serbios. Pensó:
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“¿un ruso en ese coche?. No pega. Bueno, pega si es
un mafioso primo hermano de Putin”.
El operativo: seguimiento normal de una mujer con un
amigo, como dijo el marido. Intentó sonreír y no
pudo. Le salió una mueca rara.
Le gustó el marido. Parecía un buen hombre. Y con
pasta.
Dejó el despacho apestado de colonia de doscientos
pavos.
Mas: abrigo de cachemir negro.
Mas: un carrazo con chófer. Pudo verlo desde la
ventana del despacho, aparcado frente al edificio.
Era tan grande que podría vivir una familia pequeña
en el portaequipajes.
El marido, decidido y un poco avergonzado.
Aún así: no era la primera vez que le pasaba. Y lo
miró directamente a los ojos. Quería solucionar el
problema ya.
-Estoy harto de cuernos. ¿Me entiende?-.
Luis asintió sin desviar la mirada.
El marido siguió hablando.
-Si puede usted sacar fotografías, todo se acabará.
¿Puede?-.
Respuesta no muy clara.
-Lo intentaré, señor Testa-.
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Luis pensó: “el apellido le viene a huevo”.
Lógicamente no dijo nada.
A mediodía del día siguiente ya estaba esperando que
la señora saliera del domicilio conyugal. Una
vivienda unifamiliar en Boadilla, a treinta
kilómetros de Madrid.
Hora y media después llegó un taxi y paró en la
puerta.
La mujer salió recién duchada. Casi pudo oler su
perfume. Cuarenta años, delgada, pelo castaño en
melenita mojada; maquillada y pintada. Pantalones
negros y chaquetón de cuero de Prada. Botas de
equitación que no habían estado en un establo jamás.
Un móvil de quinientos euros en la mano.
Andaba a saltitos, como si la calle estuviera llena
de charcos.
Una monada.
Luis pensó: “!Vaya mujerón¡”.
Se quedó mirándola y tardó unos segundos de más en
sacar la cámara. Aún así: le tiró tres fotos subiendo
al taxi.
Y pensó: “No creo que mi carro le gustase mucho.
Debería comprarme un Mini amarillo”.
El taxi salió de Boadilla hacia la autovía de
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circunvalación M-40. Entró en Madrid por el paseo de
Extremadura. Tráfico denso en el centro y luces de
advertencia en la calle Zurbano.
Más fotos saliendo del taxi. Esta vez ya estaba
preparado treinta metros detrás.
La tía entró en Sergi Arola Gastro. Barrio
superpiiijo.
El menú: platos con comida para saciar un gorrión
pequeño. El punto, para quien le guste: lleno de
pijos hasta la bandera. Banderitas nacionales en
tooodas las muñecas, chaquetas Teva azules y verdes,
y gomina para inmovilizar un trailer de dieciocho
ruedas.
Aparcó en un paso de cebra. Como casi siempre. Buscó
con la vista al controlador de aparcamientos. No lo
vio. Pasó de el. Cerró el coche y entró en el
restaurante. Desde la barra la vio sentada con
Donjuanovich.
Sacó la cámara pequeña del bolsillo.
Ideal para sitios cerrados.
A favor: no parece una cámara. Parece un móvil. Nadie
se entera de que le estás grabando.
En contra: cuatro aumentos. Hay que ponerse muy cerca
para que la imagen sea nítida.
Grabó desde diez metros la mesa y a los dos
comensales.
Cuello-toro estaba al final de la barra controlando y
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lo vio maniobrar de forma extraña. No pegaba: ¿un
tipo rechoncho con zamarra de cazador y bigote en
este sitio?.
Parecía utilizar un móvil dirigido a su jefe y su
nueva novia.
No pegaba nada.
Luis se tomó una caña, pagó y salió a la calle.
Desde la puerta del restaurante, Cuello-toro lo vio
subir al Renault. Sacó el móvil y habló unos minutos
sin quitar la vista del coche.
En el polígono anochecía. Luis pensó: “No debería
estar aquí. Tengo las fotos. Debería largarme”.
Pero no lo hizo.
Siguió allí, mirando la puerta de la nave. Se dio
cuenta en el último segundo.
Uno por cada lado. Desde atrás. El de la derecha tocó
con los nudillos el cristal, se agachó y levantó las
cejas.
Luis pegó un respingo y se volvió hacia allí.
Cuello-toro reventó el cristal izquierdo a la primera
hostia. Luis se llevó la mano a la oreja
instintivamente. Intentó arrancar el coche con la
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otra mano, pero ya era tarde.
Lo siguiente: puñetazo de Cuello-toro en la oreja
izquierda. Se quedó paralizado. El otro tipo levantó
una barra metálica con una especie de pelota en la
punta, una maza que llevaba escondida y la descargó
sobre el parabrisas.
Primer golpe: CLONK.
Segundo golpe: el parabrisas casi desapareció en
trozos de unos dos centímetros de diámetro y llenaron
el interior del coche.
Luis creyó oír al pitbull ladrar. También podría ser
el ruso. Sintió mucho frío.
Cuello-toro, con un acento raro.
-Dame las llaves, capullo. Sal del coche-.
Con la oreja palpitando y escupiendo cristalitos
salió. Luis acojonado.
-¿Qué os pasa, hombre?. ¿Qué coño hacéis?-.
Miró alternativamente a los dos. El de la maza
sonreía como una puta ardilla.
Cuello-toro: -¿Que qué hacemos?. ¿Y tú, qué haces?.
Toda la tarde siguiéndome. ¿Te gusto o qué?-.
La ardilla soltó unos grititos.
Luis pudo responder.
-No, hombre, no. Espera. Te lo explicaré-.
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Siguiente fotograma: Sin esperar, Cuello-toro le
descarga un puñetazo en el tórax.
Luis rebota contra el coche y se desliza hacia el
suelo hasta quedar sentado. No siente dolor pero le
cuesta respirar.
Cuello-toro lo aparta de la puerta del coche y
registra el interior. Encuentra la cámara grande bajo
el asiento del copiloto: una Canon 100D con un
objetivo 70-200. La coge por el cinto. Luego le
registra los bolsillos y encuentra la mini-cámara y
la cartera. Lo coge todo.
Luis, jadeando y con la mano en el pecho.
-Deja eso. Es mio-.
Cuello-toro: -¿Qué?. ¿Te quedan ganas de vacilarme?.
Levanta, cabrón-.
El último fotograma: los tres andando hacia la nave.
Uno, el del medio, encorvado como si la tierra le
llamara.
El pitbull sigue ladrando cuando entran en la nave.
Fundido en negro.
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Capítulo 2
Noche cerrada en la capital.
Las diez y el hall del hotel entretenido con las idas
y venidas de los clientes.
El hombre del abrigo, sentado en una de las butacas
desde la que discretamente mira hacia la entrada. No
lee el periódico que tiene delante. Nadie lo nota.
En los hoteles nadie se fija en nadie.
Excepto los chorizos.
Y excepto Chico, el hombre del abrigo.
Chico espera a su socio desde las ocho. Le llama cada
diez minutos. Su teléfono no da señal alguna. Al
principio, mosqueado.
Ahora: suuupermosqueado.
Aún así: vigilante a tope. Ya sabe, mas o menos, la
forma de actuar de la pareja. Ahora sólo hay que
pillarlos con las manos en la masa.
El modus operandi: entran como un matrimonio de
mediana edad. Bien vestidos, peluquería, una pequeña
maleta con ruedas. Suelen entrar junto a algún grupo
de clientes.
Posiblemente estarán fuera en algún vehículo
esperando. O habrán estudiado los congresos que se
estén celebrando en la ciudad.
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En recepción, se juntan con lo demás y esperan
durante unos segundos en la cola para recoger la
tarjeta de acceso a las habitaciones.
Observan sin mirar si todo cuadra. Chico los ha visto
en las imágenes de las cámaras de seguridad.
La pareja se aleja tranquilamente de la recepción y
suben en ascensor. Se dirigen a alguna habitación
apartada y vacía. No la eligen arbitrariamente. No es
casualidad. Está estudiado. Entran, llenan la maleta
de cosas y salen. Tres minutos. Joyas, ordenadores,
cámaras, dinero. Y fuera.
“Son buenos” piensa Chico.
Chico también ha estudiado. Ha hecho los deberes.
Tiene tres habitaciones controladas, tres posibles
candidatas. Una en la segunda planta y dos en la
tercera. Ha colocado pequeñas cámaras en esas
habitaciones, con permiso firmado de los clientes.
Además, Julio espera su llamada en la escalera. Un
novato que le ayuda. No deben escapar ésta vez. El
servicio es caro, pero el cliente lo vale.
Chico vuelve a buscar en el móvil el contacto de
Luis. El mismo resultado. Nada. Se concentra en la
entrada del hotel.
Pero mega-mosqueado.
A las once menos diez entran unos clientes. Son como
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quince. Hombres y mujeres. Ruidosos y contentos.
Chico: cien por cien atento. El móvil preparado para
llamar a Julio. Observa sus movimientos.
Una pareja se aparta y se dirige a los ascensores.
“Joder, los mismos abrigos que en la película de
seguridad. Son ellos”.
Chico espera unos segundos. Cuando entran en el
ascensor, llamada a Julio.
-Dime-. Voz nerviosa.
-Están subiendo. Tranquilo. Ya subo-.
Y sube las escaleras de tres en tres.
Julio está situado en el rellano de la escalera del
piso segundo. Abre la puerta que comunica con el
pasillo. Oye el ascensor. No se para. Comienza a
subir al tercero y mira hacia abajo. Ve a Chico
subiendo. Bien. Según lo planeado.
En el rellano de la tercera. Abre y oye el ascensor
pararse. También oye la adrenalina bombear en sus
oídos. El tipo se para y mira hacia los dos lados. No
se ve a nadie. Luego sigue andando. La mujer ya le
está esperando frente a la habitación 38. Del bolso
ha sacado algo, parece una radiografía. Julio no está
seguro. El tipo se pone entre Julio y la puerta.
Maniobra y ¡la puerta está abierta!.
“Joder, ¡qué máquina!” piensa Julio.
Chico está detrás de Julio, respirando con
dificultad.
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-Han entrado en la 38, Chico. La 38-, dice Julio algo
alterado.
-Vale, vale, cálmate. Ya sabes, espera fuera del
hotel. Si se me escapan, síguelos-.
Julio sale pitando escaleras abajo.
Chico toma aire durante un minuto. Tiene que darse
prisa. Le quedan dos. Mientras sale al pasillo de la
tercera planta, saca la Walther PPK 9mm. que tiene
escondida en la espalda. Comprueba el cargador
soltándolo de la empuñadura y lo vuelve a introducir.
Carga un proyectil en la recámara y quita el seguro.
Se queda apostado junto a la puerta 38 de manera que
no puedan verlo inmediatamente.
Mira el cronómetro que ha puesto en marcha al llegar
al rellano. Dos minutos y cuarenta segundos.
Están a punto de salir.
Toma aire por la nariz varias veces y espera. Baja el
arma y la esconde tras el abrigo.
Se abre la puerta de la habitación 38 unos quince
centímetros. No pueden ver a Chico. Chico está
tranquilo.
Pero no sabe como será la reacción de los choros
cuando le vean.
Sabe que tienen que ver el arma claramente en el
momento justo. Y que tienen que verlo seguro de sí
mismo.
Se abre la puerta completamente y la mujer sale al
pasillo.
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-Buenas noches, señores-, dice Chico y se queda
pegado a la pared. Sigue hablando.
-¿Salen a cenar algo?. Les recomiendo que bajen a
Atocha. Allí, en cualquiera sitio, te hacen un bocata
de calamares que te chupas los dedos-.
Chico sonríe. No se mueve.
Los dos choros le miran y se quedan en la puerta.
Tampoco se mueven. La mujer mira al tipo. El tipo
mira hacia el fondo del pasillo. Ninguno de los dos
dice nada.
Chico sigue hablando.
-¿No tienen hambre?. Ya han cenado. Entonces les
recomiendo una copa en este mismo hotel. ¿Conocen el
bar?-.
El tipo se decide.
-No, no...- dice. -Ya nos vamos. ¿Quién es usted?.
Está asustando a mi mujer-.
Y sale al pasillo con la maleta.
El momento que Chico espera. Enseña su arma apuntando
al suelo.
-Se acabó el juego. Cierre la puerta y quédense junto
a ella-.
Chico se sitúa frente a ellos al otro lado del
pasillo. Saca el móvil con la mano libre y busca el
contacto del jefe de seguridad del hotel.
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Chico entra en el despacho a las tres de la mañana.
Está muy cansado. Ha tenido que acudir a comisaría a
declarar y dejarlo todo atado para empapelar a la
pareja.
Ya no tiene veinte años.
Se sienta en el sillón con el abrigo puesto. Coge la
PPK del bolsillo y comprueba el seguro. Saca la bala
de la recámara y el cargador de la empuñadura. Lo
deja todo en el cajón de arriba y cierra con llave.
Del otro cajón saca la botellita de JB y un vaso que
podría estar limpio pero también sucio. Se echa un
trago y devuelve la botella a su sitio. El licor le
quema la garganta, pero lo apura. Chasquea la lengua
y enciende el penúltimo cigarrillo del día.
O el primero del siguiente. Intenta pensar en su
socio, pero a los cinco minutos está dormido.
El cigarrillo se apaga en el cenicero sobre la mesa.
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FAT CITY



Tendría que haber sabido todo el tiempo que no era nadie. Con la mejilla apoyada en el frío cristal pensó en matarse, aunque una noche años atrás,  de pie en la calle entre las piernas de su padre en medio de la multitud,  había visto un hombre muerto cercado por un charco de sangre, un ojo atónito, y supo que a él le matarían,  que no se iba a suicidar. Tendrían que venir y atraparle,  y él los apalearía y los estrangularía y les dispararía, y luego saldría por patas.



jueves, 18 de octubre de 2012




RAMON, MI HERMANO, MI AMIGO.

HOPE THERE´S SOMEONE

Espero que haya alguien que cuide de mi cuando muera, cuando me vaya.
Espero que haya alguien que libere mi corazón.
Que quiera abrazarme cuando esté agotado.

Hay un fantasma en el horizonte.
Cuando me acueste, ¿cómo podré dormir por la noche?. ¿Cómo descansará mi mente?.

Me aterroriza el lugar entre la luz y ninguna parte.
No quiero ser el que dejen allí abandonado.

Hay un hombre en el horizonte que quiere que me acueste.
Si sucumbo a sus pies esta noche, permitirá que descanse mi mente.

Así que espero no asfixiarme. O quedar paralizado por la luz.
!Oh Dios, no quiero llegar al punto sin retorno¡.

Espero que haya alguien que cuide de mí cuando muera, cuando me vaya.
Espero que haya alguien que libere mi corazón.
Que quiera abrazarme cuando esté agotado.

Antony & The Johnsons

jueves, 5 de abril de 2012

Lista de mejores canciones de 2011

Regreso al blog, que lo tenía bastante olvidado, con una lista de mejores canciones del año pasado (creo que todas lo son).
Hay hombres y mujeres, pero hay que reconocer que las chicas están pisando muy, muy fuerte en este negocio.

Núm. 1 La fabulosa y sorprendente P.J. HARVEY. La canción IN THE DARK PLACES es la mejor del año, sin duda alguna. Si teneis tiempo, leer la letra. Poética y desgarradora.



Núm. 2 El lider y cantante de Radiohead, Tom Yorke, es uno de los compositores mas originales del momento y su voz, hipnotizante. El tema elegido es, por supuesto, STAIRCASE.



Núm. 3 Bastante desconocida esta chica, FIONA APPLE pero oir el tema a todo volumen. No olvidaréis su nombre nunca mas. El tema, FAST AS YOU CAN, tendrás que oirlo varias veces antes de ir a hacer otras cosas.



Núm. 4 Otra chica, en este caso, a pesar de su nombre de guerra JANE JOYD, es gallega. Pero su voz es lo mejor que he oido en nuestro pais en mucho tiempo. Tiene muy buenas canciones pero elijo THE CAGE del ultimo EP. Es tan nueva que no la he encontrado en goear. Mirar aqui "es el primer tema".

http://www.youtube.com/watch?v=esJcFMIbT9k

Núm. 4 Y por ultimo, otro chico. A este no lo conoceis ni por casualidad. AVISHAI COHEN, un contrabajista israeli que tiene temazos como este SEVEN SEAS, tampoco esta en goear. Lo encontrais aqui. Se que es musica rara, pero oir la cancion entera y no saldreis perjudicados, os lo juro.

http://www.youtube.com/watch?v=2p6nlhe9jy8

Hasta aqui la lista, pero no quiero acabar sin rendir homenaje a Enrique Morente, un autentico genio, muerto en 2011. Voz medio aguardentosa. Pero oir su version del poema de Lorca LA COGIDA Y LA MUERTE. Inolvidable.

http://www.youtube.com/watch?v=zrMxv6oIxxY

Y para los bailongos os propongo un grupo indi español FUEL FANDANGO que son la caña. Como muestra el tema SHINY SOUL




DISFRUTALO.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

POEMITA ON-THE-ROAD Fotismenez

En un lugar placentero,

al acercarse la noche,

practicaba el “misionero”

con un deleite certero,

una pareja, en su coche.

Pasó por casualidad,

de niños una pandilla,

y uno, por curiosidad,

con infantil ansiedad,

se acercó a la ventanilla.

“¡Un niño! ¡Un niño” –gritaba

la joven ante el intruso-…

Pero el joven, que empujaba

y al orgasmo aproximaba,

jadeando, le repuso:

“Es cierto que, en estas lides,

soy un experto que entiende.

Mas eso que tú me pides

tan sólo de Dios depende.”

sábado, 4 de septiembre de 2010

TOM WAITS

un buen hombre es difícil de encontrar
sólo estraños duermen en mi cama
mi palabra favorita es adiós
y mi color favorito es el rojo

siempre juego a la ruleta rusa en mi cabeza
diecisiete negro y veintinueve rojo
¡que lejos del arrollo! y
¡que lejos del reclinatorio!
siempre me acordaré de olvidarme de ti

un buen hombre es difícil de encontrar
solo estraños duermen en mi cama
mi palabra favorita es adiós
y mi color favorito es el rojo

la dura muerte de un soldado vigilando
desde el bastión
nadie recuerda su guerra
nadie recuerda su nombre

salir a los campos
ahuyentar a los cuervos
no hay nada aquí, excepto la lluvia
y nada crecerá después

un buen hombre es difícil de encontrar
solo estraños duermen en mi cama
mi palabra favorita es adiós
y mi color favorito es el rojo

lunes, 2 de agosto de 2010

CUENTOS

Yo no sé muchas cosas, es verdad

Digo tan sólo lo que he visto.

Y he visto:

que la cuna del hombre la mecen con cuentos…

Que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos…

Que el llanto del hombre lo taponan con cuentos…

Que los huesos del hombre los entierran con cuentos…

Y que el miedo del hombre

ha inventado todos los cuentos.

Yo no sé muchas cosas es verdad.

Pero me han dormido con todos los cuentos…

Y sé todos los cuentos.